Si hay un color versátil, capaz de eclipsar a cualquier otro y de adaptarse a cualquier espacio, ése es el rojo: inglés para paredes clásicas, lacado para los que prefieren la decoración oriental y combinado con blanco o negro para viviendas minimalistas de última moda.
El rojo está en todas partes de nuestra casa: muebles, alfombras, paredes, ropa de cama, objetos de cocina y demás accesorios decorativos. Basta de esas cocinas blancas y lánguidas, animémoslas con una vigorosa inyección de color rojo.
En los ambientes más clásicos, en aquellos espacios pequeños, en los de reposo y relajación, todos tendrán con este color un toque de energía y pasión, renovándose y adquiriendo un protagonismo muy particular.
Para muchos decoradores, el rojo ha sido un color prohibido en dormitorios y espacios de descanso ya que su efecto energético podía impedir el sueño. Hoy, por el contrario, esta tendencia ha sido abandonada por la mayoría de los expertos que opinan que, una vez apagadas las luces, los colores pasan a un segundo plano. Lo importante es conseguir un ambiente armonioso que contribuya a la tranquilidad y al reposo.
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