Para esta sabiduría oriental, el dormitorio es un lugar de descanso y encuentro con uno mismo; pero ¿qué ocurre en el dormitorio de nuestros niños que también se destinan a la exaltación de sus juegos y entretenimientos?
Para compensar el entusiasmo y la excitación de nuestros niños, nada mejor que utilizar en sus habitaciones colores suaves y fríos. Así, los tonos azulados que no se consideran propicios para dormitorios de adultos, si son recomendables para los de nuestros chicos. Asimismo, es bueno la presencia de colores verdes pues estimulan la relajación y el crecimiento. Éstos, se pueden utilizar juntos con los azules, y conjuntamente se podrían combinar con colores rojos y naranjas para agregar calidez, y con tonos terrosos y ocres para sumar estabilidad.
Hay que tener en cuenta que ninguno de los colores, muebles y objetos que se encuentren en la habitación, deben sobresalir excesivamente sobre los demás. De esta manera, se logrará un ambiente armónico donde cuadros, juguetes, figuras y libros se vean integrados enviando un mensaje positivo a nuestros niños.
Se deben evitar elementos activadores contrarios al descanso, por lo que se aconseja la presencia de camas con buenas cabeceras, que posean alguna mesita de luz o algún mueble auxiliar donde poder dejar objetos queridos.
A su vez, es importante evitar colocar estanterías y grandes objetos directamente sobre la cama, como también usar estampados sobrecargados en cortinas, sábanas y cubrecamas.
A la hora de irse a dormir, las luces tienen que ser cálidas y suaves para crear una atmósfera relajada y tranquila; y es de mucha ayuda el uso de inciensos y música leve para lograr romper con el ritmo activo del día antes del sueño.
Con respecto a los muebles, éstos tienen que ser los justos y necesarios, deben ser livianos y muy cómodos, para poder brindarle a nuestros chicos la posibilidad de moverlos por si mismos y disfrutar de su cuarto libremente.
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